Autor: Miguel Sebastian Clavijo
“No somos los dueños del mundo, somos apenas una pieza más de su vasto ecosistema. ¿Cuándo empezaremos a actuar como tal?”
Alicia es una mujer que vive con intensidad su conexión con la naturaleza. Desde pequeña, sintió que su lugar estaba entre montañas, ríos y lagunas, en esos espacios donde el tiempo parece detenerse y la vida fluye sin interrupciones. Su amor por los animales la llevó a convertirse en médica veterinaria y especializarse en bienestar animal y etología. Pero su vocación va más allá de su profesión: es una defensora de la biodiversidad y una voz que se alza cuando siente que la vida está siendo amenazada.
Quienes la conocen la describen como una persona extrovertida, alegre y siempre dispuesta a salir, a caminar y a explorar el mundo. Pero lo que la distingue no es solo su entusiasmo, sino su sensibilidad e impulso ante la injusticia. No puede quedarse callada cuando ve que algo está afectando el equilibrio natural. No es de las que critican en silencio; prefiere actuar, hacer ruido, llamar la atención de la comunidad e invitar a otros a no ser meros espectadores. Porque para ella, la lucha por el medio ambiente no es solo una causa noble, sino una necesidad urgente.
Sin embargo, no siempre es fácil. En su entorno, en su municipio, se enfrenta a la indiferencia de quienes solo ven el mundo a través de la rentabilidad económica. A veces se siente vulnerable, luchando contra una corriente que prioriza el dinero sobre la vida. Pero su convicción la mantiene firme. Sabe que si logra hacer que su voz resuene, otros también se unirán. Cree en la fuerza de la comunidad, en que juntos pueden generar cambios reales y construir un futuro más consciente.
Su forma de ver la vida también se refleja en sus hábitos diarios. Se ha vuelto más crítica con lo que consume, evitando productos de grandes corporaciones con huellas ambientales des tructivas. Tomó la decisión de dejar de comer carne de res, sabiendo el impacto de la ganade ría en la deforestación. No se trata solo de restricciones personales, sino de actos pequeños que le dan paz y coherencia con sus principios.
Para Alicia, la humanidad no está en la cima de la pirámide, sino que es una parte más de un ciclo natural que debe respetarse. No se trata de extraer, sino de coexistir. Porque si todo colapsa, todos nos iremos con ello. Esa es la conciencia que intenta sembrar en quienes la rodean, con la esperanza de que, poco a poco, más personas abran los ojos y entiendan que el verdadero equilibrio está en reconocer que no somos dueños del mundo, sino apenas una pieza más de su vasto ecosistema.
