Autor: Maria Isabel Mejia Agudelo
Juan Carlos nació el 31 de octubre del año 2000, actualmente tiene 24 años. Su vida está dividida entre Tunja, dónde estudia veterinaria y zootecnia, y Sibaté, dónde viven sus padres y sus abuelos. A pesar de que Juan transita entre lo urbano y lo rural, se siente profundamente identificado con el campo. Sus abuelos vivieron en las zonas de páramo de Romeral y Alto del Cabra, esto permitió que desde niño, Juan encontrara en la ruralidad un lugar de tranquilidad y conexión con la naturaleza.
Su territorio es más que un lugar geográfico; es el conjunto de vivencias, olores, paisajes y experiencias que lo relacionan a su historia y sus raíces. Por ejemplo, uno de sus recuerdos más significativos es el aroma de la casa de sus abuelos, con un olor a cuero y campo que le transmite esa gran conexión con el páramo. Por otra parte, está el cielo, que es lo primero que él observa cada vez que sale de casa. Incluso, en el transcurso del día le gusta detenerse a observar los atardeceres nublados y cálidos que le gustan un montón.
Para Juan la cercanía y el apoyo dentro de su comunidad tiene mucho valor. Esa proximidad que permite a los habitantes conocerse y ayudarse mutuamente. Juan disfruta de ayudar, pero más allá de eso, lo que realmente lo mueve es la lucha contra la injusticia. Él expresa que: “No puedo permanecer indiferente ante el abuso de poder, ya sea contra una persona, un animal o una planta”.
Desde que era niño se ha identificado por expresar su desacuerdo ante situaciones que parecían injustas, primero en casa y luego en los diferentes espacios por donde ha transitado en su vida, defendiendo a los seres que no pueden hacerlo por sí mismos.
Para Juan, su territorio ha influido en su forma de ver y relacionarse con el mundo. Además de dar forma a su identidad, sus vínculos y su manera de habitar el mundo.